Muchas son las estrategias que el mercado de la cerveza argentina evalúa para poder descifrar los vaivenes de los consumidores. Con la enorme difusión de la cerveza artesanal en estos últimos años, las empresas se tuvieron que adecuar a los nuevos competidores. La poca variedad en botellas de litro que ofrece un supermercado, en contraposición con la enorme oferta de estilos de las cervecerías, hicieron que la balanza se incline un poco hacia los productores más chicos. Sin embargo, las grandes fábricas siguen abarcando más del 90% del consumo cervecero en el país.

Ante el crecimiento de la competencia y la caída del 8% en el consumo durante el 2016, marcas como Quilmes, Isenbeck, Schneider o Stella Artois decidieron achicar los márgenes de ganancia de sus latas hasta dejarlas casi al mismo nivel que las botellas retornables. De hecho, Patagonia, que pertenece a Quilmes, lanzó una versión de su Session I.P.A. de 473 ml. En 2015, las latas de medio litro eran casi un 60% más caras que los envases de vidrio.

Gracias a una importante campaña publicitaria donde se destacaron los beneficios del aluminio, las ventas subieron este último año, pero con una ecuación distinta: las latas representaban el 3% del market share. Hoy ese número subió al 8% y se espera que llegue al 20%. La empresa Ball Corporation, fabricante de envases de aluminio para gaseosas, cervezas y otras bebidas, sostiene que este año tendrá un alza en la demanda cercana al 65%.

Ball ve en el mercado de la cerveza artesanal un potencial que no quiere dejar escapar y compara su elaboración con una obra de arte, que debe ser cuidada con envases que “bloquean la luz, son herméticos e infinitamente reciclables” y que pueden ser ampliamente utilizadas para innovar en publicidad. “No sólo es una lata, es un lienzo. Somos líderes en innovación de gráficos para ayudar a destacar entre el resto del estante, y ofrecemos un puñado de técnicas para darle vida a todo”, agregaron desde la empresa.

Entre los productores artesanales el debate continúa: la tendencia en el mundo dice que el futuro es la lata pero para algunos podría ser contraproducente. Para la mayoría de los que hacen poca cantidad de cerveza, el embotellado representa el 20% de sus costos y se iría a casi un 30% de hacer envases descartables. Dependerá mucho de donde se enlate, del público al que se apunte y de los puntos de distribución que prefiera la cervecería.

Alumcans es una envasadora ubicada en zona sur y tiene unos sesenta clientes fijos. Estas latas de cerveza artesanal se distribuyen principalmente en centros de recarga que, en lugar de llenar growlers, ofrecen esta alternativa que “no pierde gas, se enfría rápido y mantiene el sabor por casi tres meses”. “Trabajamos con todos los productores que podemos: desde The Mula o Temple, hasta los más chicos. Hoy tenemos una producción de 26 mil latas por mes y la demanda está creciendo”, aseguró Sergio, uno de los dueños de la compañía.

Por otro lado, algunos bares son un poco reacios ante esta opción: aseguran que la birra se oxida con el tiempo y no dura mucho. Además, no tienen costos de envasado porque la cerveza va del barril al consumidor directamente. Otros, como El Galpón de Tacuara o Cerveza Hormiga Negra, enlatan en el momento y a la vista, aunque estas se llenan de la misma forma que un botellón y no a contrapresión, por lo que no se conservaría por mucho tiempo. De todas maneras, esta alternativa atrae a más y nuevos clientes.

Pareciera que los beneficios valen la pena. La birra enlatada tiene mayor durabilidad si el envasado es bueno y la cerveza está pasteurizada, solucionaría el problema de la gasificación de los growlers, dejaría lugar a coloridos diseños para las marcas, ocupan menor espacio y le permitirían al consumidor poder comprar distintos estilos simultáneamente. Los costos se compensarían con la practicidad del producto. Es el siguiente paso a la profesionalización del mercado artesanal argentino.

Por Alejandro Tellería

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